martes, 16 de abril de 2013

Me acuerdo de esos momentos, tú y yo.

Todavía me acuerdo de esos días que quedábamos sólo para dar una vuelta, sólo para pasar un rato juntos. Me acuerdo que me enseñaste a enfrentarme a lo que no me parecía y a luchar por todo lo que quiero. Me encantaba hacer el tonto por la calle y acabar muertos de risa tirados por el césped del parque. Nadie nos entendía, ni nosotros mismos, pero no importaba. No éramos amigos, éramos como hermanos, ¿te acuerdas? A la gente siempre le ha costado entender cómo una chica y un chico de la misma edad podían quererse tanto y no querer dar un paso más. Yo lo sabía, eras de las personas más especiales de mi vida y te quería con toda mi fuerza pero eras como mi hermanito. Todo empezó a cambiar, primero dejamos de quedar todos los días, luego no quedábamos nunca. Ya casi no hablábamos. No sabía por qué. Te buscaba por todos lados y nunca estabas o no querías hablar conmigo. Te hachaba de menos. Siempre te había tenido cuando te había necesitado, y sabía que me necesitabas en ese momento, por eso insistía. Quería saber qué te pasaba, quería ayudarte. Un día, por fin, conseguí hablar contigo. Me dijiste todo lo que te pasaba, lo que sentías por mí y por qué te habías alejado. Mis ojos se humedecieron. Ya nada es lo mismo, nada va volverá a ser igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario